Por Emiliano Cotelo ///
Hace una semana en este espacio empecé mi editorial enumerando algunas de las calamidades que habían golpeado a nuestro país en los días anteriores. El punto de partida era el tornado que azotó Dolores el pasado 15 de abril y las inundaciones que todavía tienen a miles de personas fuera de sus casas. Pero a esa lista de malas noticias le agregué el contexto, con el delicado escenario económico interno y lo poco que nos ayuda la coyuntura internacional.
Yo decía que la sociedad uruguaya tiene por delante un desafío importante: No caer en el círculo vicioso del pesimismo y la parálisis y, por el contrario, hacerse fuerte para enfrentar esta suma de crisis y, si es posible, tomarlas como una oportunidad para salir de ella más firmes y mejor plantados para encarar el futuro.
Ante ese mapa complejo, destaqué la reacción de la gente en las primeras horas, con la solidaridad de la población y sus organizaciones, la respuesta rápida del Poder Ejecutivo y la actitud proactiva de la oposición.
En particular, dije que el sistema político se mostraba a la altura de las circunstancias. Bueno… quizás me apuré un poco. Los siete días que siguieron trajeron una sucesión de entredichos entre el oficialismo y los otros partidos, que, me parece, no ayuda en nada a encarar este panorama. Veamos.
Varios intendentes blancos salieron a cuestionar públicamente la dirección, la intensidad y la justicia con que el Poder Ejecutivo ha respondido a las inclemencias climáticas. Si hacemos un repaso rápido, podemos resumir que:
- reclamaron agregar zonas a aquellas de Rocha y Treinta y tres en las cuales se decretó la emergencia agropecuaria para el sector ganadero.
- pidieron que la emergencia diera respuestas para otros rubros afectados (como el arroz y la soja).
- consideraron insuficientes los recursos asignados a atender las obras reparación de la infraestructura vial dañada por la crecida de ríos y arroyos.
- Y acusaron al Gobierno central de priorizar de manera incomprensible a unos departamentos sobre otros.
Yo entiendo que aparezcan estas inquietudes en un momento angustioso como este. Pero…¿es necesario plantearlas a los cuatro vientos? ¿Por qué no se reúnen con las autoridades nacionales y dialogan con calma?
Mientras tanto, otros intendentes, los del lado del Frente Amplio, se plantaban de manera diferente.
Aníbal Pereira, jefe comunal de Rocha, uno de los departamentos más castigados por el exceso de lluvias, advirtió que "no es que el que grite más signifique que precisa más". E hizo notar que, “aunque [ahora] venga un camión cargado de plata”, las intendencias no podrán hacer prácticamente nada ya que “hay que esperar que se normalice la situación para poder hacer obras" porque "esto no se resuelve en tres días".
Lo que el intendente Pereira dice también tiene sentido. Pero…¿no podía conversarlo mano a mano con sus colegas en lugar de salir a pararles el carro en los micrófonos de la prensa?
El martes, al final de la sesión del Congreso de Intendentes, su presidente, Sergio Botana, del Partido Nacional, señaló que quería “tomar un mate con el presidente” para despejar dudas y acercar posiciones. Está perfecto. Pero esa misma tarde, antes de colocarse ante las cámaras de televisión, pudo haber llamado directamente a Tabaré Vázquez para proponerle el encuentro. ¿Era necesario aparecer en todos los medios de comunicación para que el mensaje le llegara a Vázquez?
Y, en la Torre Ejecutiva, ¿por qué Vázquez no toma la iniciativa y convoca él a los intendentes para una reunión tranquila y en confianza? Es cierto que el prosecretario Juan Andrés Roballo y el director de Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Alvaro García, han estado en contacto con los jefes departamentales. Pero, por lo visto, eso no ha sido suficiente.
Para darle más color a la cosa, el ministro de Economía, Danilo Astori, salió a criticar la forma en que las intendencias ejecutan los rubros que se les vierten desde Montevideo, algo que cayó muy mal en los aludidos, en especial en la intendenta de Lavalleja, Adriana Peña, que se declaró francamente dolida.
Hoy mismo, en la prensa, el director de Descentralización de la OPP, Pedro Apezteguía, vuelve a la carga y enfatiza que del Fondo de Desarrollo del Interior todavía quedan $ 35 millones sin ejecutar del año 2015 y $ 920 millones de 2016. Y agrega más números: Por ejemplo, que a fines de 2015 Salto había ejecutado sólo el 17 % de lo asignado, Cerro Largo 49 % y Florida 62 %.
Los intendentes, por su parte, rechazan esos cálculos y alegan que en los escritorios de Montevideo falta contacto directo con la realidad del interior. Y no es la primera vez que ocurre este entredicho. Ya la vimos en otras situaciones de inundaciones, cuando se demandaban apoyos adicionales del Poder Ejecutivo.
Yo sé que el Poder Ejecutivo tiene sus atribuciones y las intendencias las suyas. Pero…del mismo modo que se han instalado diálogos multipartidarios en política de hidrocarburos y seguridad pública, ¿por qué no se juntan, frente a frente, el presidente y los intendentes y desactivan de una vez esta “guerra de cifras”, que ya empieza a parecerse a aquella larga “guerra de las patentes”?
Yo quiero hacer un llamado de atención sobre estos comportamientos. ¿Qué pasó? ¿Había que caer tan rápido en la política con minúscula cuando tenemos ante nosotros tamaños dramas? ¿O no es grave lo que estamos viviendo? ¿Por qué se menosprecia el lado más valioso que tiene la política: la posibilidad de dialogar, decidir y acercar soluciones a la ciudadanía? Esto es básicamente lo que quiero plantearles hoy: Si queremos encarar seriamente el desafío de reconstruir el país y sacarlo del estancamiento que se viene, hace falta más confianza y buena fe entre todos los actores.
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Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 29.04.2016, hora 08.05
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