Por Emiliano Cotelo ///
Este lunes el Poder Ejecutivo sorprendió anunciando algo que hace años se discutía y nunca se resolvía. Ante la conmoción por dos nuevas muertes de choferes víctimas de rapiñas, se dispuso que en el plazo de un mes ya no podrá usarse dinero en efectivo en el pago de los servicios de taxis y tampoco en las compras en estaciones de servicio, que también son blanco frecuente de los delincuentes, sobre todo en horas de la noche.
Es una medida elemental si se busca salvar vidas de trabajadores de esos sectores. Una medida mucho más efectiva que tantas otras que se ha ensayado y no han funcionado. Pero, además, una medida realizable porque la tecnología para llevarla a la práctica está disponible hace tiempo y porque, si eso fuera poco, hace un año y medio rige la ley de inclusión financiera, que promueve el uso de medios de pago electrónicos. Por supuesto, no va a ser sencillo implementarla estrictamente en un mes; habrá algunas dificultades operativas y seguramente muchas otras de tipo cultural. Pero se sale del inmovilismo.
Ayer, cuando entrevistamos sobre este tema al experto Javier Borkenztain, dijo: “Me encantó, porque es agitar el avispero, empezar a hacer que las cosas sucedan y sucedan en tiempos a los que los uruguayos no estamos acostumbrados”. Mientras lo escuchaba, yo pensaba en el paralelismo con otras dos golpes de timón protagonizados por Tabaré Vázquez en su primer período de gobierno: la puesta en marcha del Plan Ceibal y la prohibición de fumar en espacios cerrados de uso público, ambos ambiciosos y a priori complicados, que terminaron concretándose con muy buenos resultados para la sociedad.
Bueno, ya que el Gobierno agarró este impulso, yo vuelvo sobre un tema que ya he planteado en este espacio. Propongo que en esa misma línea ahora se dé otro paso: eliminar el pago con dinero en efectivo en los peajes de las rutas nacionales, obligando a que los vehículos dispongan de sticker de telepeaje. El fin de semana pasado nos enteramos de un nuevo asalto en este sector: le tocó esta vez al peaje ubicado sobre la Ruta 8, kilómetro 50.500, a la altura de Soca. Afortunadamente no hubo víctimas y además los delincuentes se llevaron un botín escaso. Pero hay antecedentes cercanos de robos cuantiosos llevados adelante, además, por pistoleros pesados y temibles. (En mayo del año pasado, en el peaje de Pando de la Ruta Interbalnearia se hicieron $ 1 millón).
¿Qué es el telepeaje? Se trata de un adhesivo colocado en el parabrisas que, al pasar por el peaje, es reconocido por un dispositivo óptico que automáticamente carga el importe del ticket a una cuenta del dueño del vehículo, por ejemplo, a su tarjeta de crédito. Como comprenderán, la ventaja es doble. Por un lado, elimina el intercambio de dinero y, por lo tanto, disminuye el atractivo de las cajas de los peajes para los delincuentes. Pero además, soluciona el pago en segundos, casi sin que el coche deba detenerse al pasar por la caseta. Y con esto último los viajeros se ahorran mucho tiempo y se disminuye considerablemente la posibilidad de que se generen colas de vehículos, esas que provocan tantos malhumores, año a año, en los fines de semana de verano y en particular en Carnaval y Semana de Turismo.
A raíz del robo del peaje de Soca, el sindicato de empleados protestó y reclamó, entre otras mejoras, la contratación de más guardias de seguridad. Esa sería una solución absurda. El camino no es agregar más mano de obra (y más costos) sino, al revés, reducir la plantilla actual. Los peajes pueden ser prácticamente automáticos, siguiendo la tendencia de los ómnibus del transporte de pasajeros, donde cada vez tiene menos sentido la figura del guarda cobrador. Por supuesto, allí aparece un punto delicado: deberá reubicarse a esas personas en tareas más productivas; de ningún modo digo yo que haya que despedirlas y dejarlas en la calle.
En resumen, la solución tecnológica está y tiene probadas ventajas para los usuarios que se han sumado ella. Sin embargo, no se ha popularizado a la velocidad deseada entre los conductores. Acá se está necesitando otro golpe de timón como el que se dio esta semana en la Torre Ejecutiva: Por ejemplo, volver obligatorio el uso del sticker de telepeaje (*). Y si no se quiere –o no se puede– llegar a ese extremo, está la posibilidad de implementar incentivos fuertes, por ejemplo, que el precio del peaje abonado en efectivo sea cuatro veces mayor que si se realiza de forma electrónica. Probablemente en una primera etapa la eliminación del pago con billetes y monedas no sería total, pero si eso ocurriera alcanzaría con destinar una sola caseta a esos efectos y todas las demás podrían ser de telepeaje y, por lo tanto, de pasaje muy veloz.
Y otra medida complementaria y elemental es que el sticker de telepeaje valga para todas las rutas. Hoy sólo puede usarse en las operadas por la Corporación Vial del Uruguay y no en aquellas que tienen concesionarios privados. ¿Por qué? Si el sticker es reconocido por el lector óptico de una caseta, el conductor habrá pagado, y es muy sencillo que el sistema luego resuelva, en un instante, en una especie de clearing digital, a la cuenta bancaria de cuál empresa va el dinero: si a la A, la B o la C.
Yo sé que el país tiene pendientes problemas mucho más profundos e importantes, por ejemplo la crisis de la educación pública o el enlentecimiento de la economía. Pero en los peajes hay una solución disponible que se está descuidando y que impactaría positivamente en la calidad de vida de la gente, justo en las épocas del año que esa gente elige para descansar y cuando, tal cual están las cosas, hoy termina malhumorándose, estresándose y perdiendo tiempo. Además, el telepeaje masivo desterraría el riesgo de rapiñas y, por lo tanto, de hecho, también preservaría vidas. Y, por último, le permitiría al país dar otro salto adelante interesante en desarrollo tecnológico y de gestión.
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(*) Luego de difundido este editorial algunos oyentes anotaron que hoy ya existen variantes aún más simples del telepeaje, que no requieren que se coloque un sticker en el parabrisas. Por ejemplo, una cámara ubicada en el peaje fotografía la matrícula del vehículo que pasa y verifica que se encuentre inscripto en un sistema de pago; si lo está, se le transfiere el descuento correspondiente; si no lo está, se le aplica una multa.
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Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 01.04.2016, hora 08.05
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