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PUTIN Y LOS IDUS DE MARZO
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Muchos han visto este día como el de la caída del líder de una potencia militar y una posible señal de un momento bisagra, un antes y un después. Quizás estamos pensando muy parecido a los sesenta senadores que imaginaron la caída de Cesar como el ocaso de una pesadilla y el nacimiento de una etapa mejor. En aquel entonces, como ahora, no estaba claro el día después. La historia demostró que para ellos no terminó significando futuro mejor y la guerra civil que sucedió a posteriori implicó que a veces no basta el rodar de una cabeza para cambiar el mundo.
El huevo de la serpiente
Hace una década, Dmitri Valérievich Utkin, un ucraniano de Kirovohrad formado en la GRU (inteligencia militar) regresaba a Rusia después de luchar en el Cuerpo Eslavo en la guerra de Siria. Era una organización que funcionaba como contratista militar privado. Aunque nos parezca un mal chiste, en Rusia no es legal la existencia de ejércitos militares privados que coloquialmente llamamos mercenarios, así que el Cuerpo Eslavo se asentó oficialmente en Hong Kong. Como elemento premonitorio, podemos comentar que el grupo, mal armado y no apoyado por fuerzas regulares sirias o rusas, termino rodeado por los sirios rebeldes del Yeish Al-Islam y regreso a la madre patria. Ante el fracaso, Moscú impuso las leyes rusas y disolvió el grupo persiguiendo y encarcelando a sus dueños y muchos de sus integrantes, acusados de ser mercenarios ilegales.
Pero la semilla se había plantado en Utkin. En octubre de 2013, ya en Rusia inicia la creación de un grupo militar que lleva el nombre de su músico preferido y el de Hitler. El entorno político y de la región pronto le daría oportunidades de probarse y actuar. Una Ucrania convulsa, amputado un giro pro soviético por un golpe de estado apoyado por Washington, dio excusas a Moscú para asegurarse una posición estratégica y vital de defensa en Crimea y provocar un conflicto en el Donbass. En ambos lugares fue visto Utkin, sus tropas y a partir de allí su presencia en reuniones, apariciones en fotos y asistencia a conclaves políticos palaciegos fueron frecuentes. Esas fechas, durante el 2014, son las que se mencionan como momento de creación del grupo.
Quizás como asignatura pendiente, y después de entrenar tropas más numerosas, regresa a Siria en 2015. De esta incursión solo se conocen dos años después cifras altas de muertos, una sanción de Estados Unidos por su violación de derechos humanos en el terreno. La figura de Yevgeny Prigozhin, empieza a aparecer como soporte económico del grupo y luego como cabeza visible a todos los efectos, quizás por aquello de que la regla de oro de los negocios es que el que pone el oro, pone las reglas. De esta manera, mientras la figura de Utkin se difuma en las sombras de la historia rodeada de sanciones y condenas internacionales, Prigozhin desde sus restaurantes y su lobby, asume el protagonismo y empieza a subir una escalera hacia el poder.
Prigozhin en realidad tiene mucho más bajo su mando que una cadena de comida. Sistemas informáticos, empresas de información y encuestas, bases de datos en línea, granjas de troles que ya han confesado haber sido protagonistas de interferencias en dos elecciones estadounidenses. Envalentonado y disfrutando de sus quine minutos de fama, asegura ahora haber fundado el grupo. Incluso él personalmente inicio la etapa de reclutamiento de criminales desde las cárceles rusas a partir de agosto de 2022 para integrar las filas de la organización.
Es muy probable que, durante la anexión de Crimea, Utkin haya sido absorbido por el entramado empresarial de Prigozhin. Eso explica el retorno a Siria con mejor armamento, el despliegue en el Donbass entrenando el novel ejercito ucraniano pro-ruso y la expansión de la organización prestando servicios de seguridad a países africanos.
El brazo armado de la política exterior
Hoy es un elemento importante de la influencia rusa en África, teniendo además su propio negocio de extracción y comercialización de minerales en países donde opera, como es el caso del oro en Sudán.
En la Republica Centro Africana, la seguridad personal del presidente, en entrenamiento del ejército y la vigilancia de las minas de oro y diamantes son su misión exclusiva.
Libia, Mali, Mozambique, Guinea, Guinea Bissau, Zimbawe, Madagascar y Angola son áreas de trabajo actuales para ellos.
De paso, los ciudadanos rusos pasaron a ser minoría dentro de sus filas, integrando turcos, serbios, checos, polacos, húngaros, alemanes y canadienses.
La inicial ideología emparentada con el nazismo se ha diluido y no forma parte de sus objetivos ni de su cosmovisión actual. Son una fuerza detrás de objetivos geopolíticos, no ideológicos.
Su misión se emparenta con la expansión de la influencia rusa en el exterior (su gobierno es co financista), una atención mínima a los derechos humanos (no implican una variable a considerar) y bajo el paraguas de la impunidad que le da su carácter privado y no integrante formal de las fuerzas militares rusas.
Este último concepto se vuelve central en los análisis de relaciones internacionales.
En el marco de un conflicto armado internacional, sus participantes legales son los combatientes de las partes que lo integran. Los combatientes tienen derecho a matar y pueden ser privados legalmente de la vida. Si caen bajo el control de una parte contraria es un prisionero de guerra y es tratado en virtud de la Convención de Ginebra de 1949. Salvo actos genocidas o de lesa humanidad, uno de los privilegios reconocidos de un combatiente es la inmunidad de persecución penal por el hecho mismo de su participación en un conflicto armado, representando a sus fuerzas armadas. Milicias y unidades de voluntarios que pertenezcan a un aparato militar beligerante son alcanzados por estos criterios. Los wagnerianos pueden aducir pertenecer a la estrategia militar rusa en sentido amplio y ser considerados combatientes.
La paradoja normativa aquí es que Kiev los considera prisioneros de guerra, dando la derecha a esta línea de razonamiento (los incluye en los intercambios de prisioneros incluso), mientras Moscú los desconoce como una organización que actúa en interés de las fuerzas armadas de la Federación Rusa o es parte de ellas. Así es: PVK «Wagner» no es una entidad legal, no figura en los registros públicos de la Federación Rusa, opera fuera de la ley nacional (ya que no existe una legislación especial que regule actividades de empresas militares privadas).
De todo este marco difuso, desregulado y clandestino se derivan tres elementos fundamentales presentes en la relación Prigozhin-Putin.
Por un lado, la amplia discrecionalidad en la naturaleza de los acuerdos entre Wagner y sus clientes gubernamentales, permitiendo intercambiar seguridad por recursos naturales, crea verdaderos negociados laterales globales y convierte en poderosos empresarios incluso a sus mandos medios.
En segundo, la innegable ventaja política, económica y geopolítica para Moscú de ese accionar, donde Putin solo suma fortalezas sin comprometer oficialmente al Estado Ruso. Al igual que Carlos I no preguntaba el costo de los galeones de oro y plata que le enviaba Hernán Cortés, la Federación Rusa hasta ahora ha aumentado su influencia, soportado las sanciones, ordenado su economía y accedido a minerales estratégicos en parte por haber aumentado su cartera de países con vínculos cercanos.
En tercer lugar, derivada de las dos anteriores, o sea ventajas obtenidas de una asociación con una entidad ingobernable, surge el problema del equilibrio de la relación societaria.
¿Hasta dónde puede permitir Putin que Prigozhin crezca?
¿Hasta dónde puede soportar Prigozhin la tentación de un zarpazo?
El inevitable paso en falso y las líneas probables de análisis.
En las últimas horas ha sucedido una de dos cosas o un Prigozhin alterado por la falta de apoyo en materiales y suministros por parte del ejército, decide movilizarse y forzar un cambio de mando en la cúpula de las Fuerzas Armadas rusas, o por otro lado se dio un ataque real sobre los wagnerianos para intentar su reacción tanto por parte del dúo Sergei Shoigu – Valery Gerasimov o por parte de algún improbable comando o fuerza ucraniana.
Como sea, se pone sobre la mesa los limites en la relación de poder entre el Kremlin y Wagner.
Si Prigozhin es quien ha tenido la iniciativa, es un momento donde podremos apreciar tanto el musculo de reacción militar como las señales que nos dé la población rusa en cuanto a su percepción de la guerra, del estado ruso y en particular de Vladimir Putin.
Por ahora las preguntas serán más que las respuestas.
- ¿Está aprovechando Prigozhin avances lentos y costosos en bajas pero reales en Bajmut mientras el ejército solo retrocede en otras áreas? En este caso, ¿es el momento de un zarpazo buscando apoyo de disidentes dentro del Kremlin o quizás del propio Putin?
- ¿Está evidenciando Prigozhin que ha llegado al límite de su reclutamiento y dada la masacre en Bajmut, no puede recuperar el número de tropas suficiente para no perder relevancia política a los ojos de Putin?
- ¿Tiene Prigozhin ases en la manga y hay un apoyo político real en ciernes para un cambio en el Estado Mayor o en el propio Kremlin?
- ¿Está realmente Putin en control de la situación, mantiene el liderazgo y en ese caso Prigozhin ha llegado al fin de su carrera política?
- ¿Tiene también ases en la manga Putin y llegaremos a ver un Grupo Wagner operando sin Prigozhin?
- ¿Es un punto de quiebre y se puede esperar un levantamiento popular que haga caer el régimen? En este caso, ¿qué viene después? ¿Es mejor o peor?
- Este es un problema interno y después de negociar ciertas garantías para Wagner, ¿veremos una vuelta a la normalidad (si así se puede llamar)?
Mirando adelante
Los resortes de respuesta estratégica al más alto nivel parecen funcionar: se han cortado puentes, implementado cordones de seguridad, puesto en conocimiento a aliados estratégicos y la cúpula militar parece alineada detrás de Putin.
Los jerarcas de la OTAN que han hablado han dado a esto un carácter de tema interno ruso, no evidenciando entusiasmo a la espera de un cambio de rumbo en la guerra. Quizá si haya que esperar un debilitamiento de las capacidades militares por las heridas que dejan estos eventos.
A medida que se iniciaba su marcha hacia Moscú, Prigozhin ha centrado su discurso cada vez más en Sergei Shoigu, culpándolo de inventar la guerra de Ucrania proporcionando a Putin una sensación falsa de peligro para satisfacer ambiciones personales. Se diluye lentamente la idea de un golpe de Estado como objetivo.
Con razón o sin ella, el alcance de estos hechos es visto desde el alto mando militar como una rabieta política de Prigozhin para obtener atención de Putin y más apoyo ante una real merma de sus efectivos. Pero a su vez deja nuevas interrogantes.
¿Hubo un ataque real a las fuerzas de Wagner? Eso no parece tan fácil de inventar, aun en esta etapa de desinformación, sobre todo porque la desinformación tiene correlatos de adversarios y de independientes la mayoría de las veces.
¿Puede Putin tener en el fondo la misma percepción que Prigozhin sobre la ineficiencia militar, aun disciplinándolo? Putin no es Gorbachov, no le tiembla la mano ante una situación de crisis, más allá de que tenga o no razón, de que tenga o no éxito. Aún cruel y deshumanizado para nuestros estándares, ha demostrado un manejo ejecutivo y rápido de los recursos de poder que posee. En esta hipótesis, quizás prosiga un bisturí a fondo en el organismo militar luego de solucionar el problema Wagner.
La solución del problema Wagner pasa por varios ejes, pero a mi entender alejados de extremos.
No veo factible que se derrumbe ninguna estructura de poder rusa, sea política o militar. Las imágenes de la gente cantando en los subtes de Moscú es otro indicio de que el sentimiento nacionalista ruso sigue siendo el principal motor de cohesión social … y eso no incluye derrocar un gobierno en medio de una guerra civilizatoria contra Occidente.
Tampoco veo factible la cancelación del grupo que dio los mejores resultados militares hasta el momento, ha sido un motor de expansión a nivel internacional y es un socio privilegiado en la extracción de riquezas de países afines que ha evitado la muerte súbita del parque industrial ruso luego de las sanciones.
Wagner necesita del Kremlin y el Kremlin necesita de Wagner.
¿Un Wagner empoderado luego de concesiones que obtenga bajo el disfraz de garantías para la paz? Es muy posible y quizás sea el panorama que veamos a corto plazo.
¿Un Wagner disminuido que vea su descabezamiento, alineamiento bajo el mando militar y sin Prigozhin? Es más probable a mediano plazo y sería coherente con la forma de actuar del homo político ruso.
Pase lo que pase, hay lecciones importantes a considerar:
- Rusia ha demostrado la potencialidad de la utilización de los contratistas militares privados a gran escala. Estados Unidos mostró una gran capacidad e coordinación construyendo su guerra de Iraq en base a ellos. El Reino Unido los ha incorporado (a un alto costo económico) a operaciones limitadas en Afganistán, Iraq y Libia. Pero en este caso vemos una organización pactando con Estados nacionales y explotando recursos económicos a gran escala. Eso implica una urgente revisión de las normas de Derecho Público Internacional, dando pautas claras del tratamiento legal de estos grupos, distinguiéndolos o no de grupos terroristas, estableciendo los límites de su clasificación, la jurisdicción a que son sometidos, etc. Lo mismo sucede con su identificación, o no, con el término mercenario, que tiene un tratamiento diferencial por los Convenios de Ginebra
- Los países que utilicen esta herramienta bélica (lo hacen la mayoría) deben establecer claramente los términos de asociación. La dependencia de estructuras institucionales es un escudo legal para los Estados y su sostenibilidad. Occidente tiene aceitado ese mecanismo y Rusia parece haber dado piedra libre sin medir consecuencias. Su propio sistema político está cerca de ser tomado por asalto por extraños que han sido invitados a la cena por el propio anfitrión.
- Parece claro que los gobiernos no tienen líneas fuertes de control sobre las violaciones de Derechos Humanos, tanto sobre prisioneros como civiles cometidas por los contratistas, desde las celdas de Abu Ghraib y Guantánamo hasta las víctimas de la masacre de Bucha. En este tema, obviamente nos salta la conclusión siempre vigente de que la mejor manera de evitar las muertes y las injusticias de una guerra es no entrar en ella. ¿Debemos entonces resignarnos pues parece inevitable utilizar grupos armados que sabemos que cruzarán la línea de lo aceptable?
Hay muchas preguntas y lecciones más que habitan el terreno político y estratégico, pero aquí nos limitaos a mirar el posible día después de estos hechos, inmersos dentro de un mayor juego a nivel internacional que incluso es más importante que esta guerra que en el fondo es nada más que un instrumento sangriento de una estrategia geopolítica a largo plazo.
Gustavo A. Calvo
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La Hora Global: 60 minutos para comprender el nuevo desorden mundial
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La Hora Global:
Este nuevo programa de Radiomundo busca analizar los hechos internacionales, no solo las noticias. Es un momento de profundos cambios de índole social, político y económico en todo el planeta, que incluyen desde la presidencia de Donald Trump en EEUU, el Brexit y la crisis de los refugiados en Europa y el viraje ideológico en América Latina, hasta una China protagonista como potencia mundial. Nada surge de la nada: la objetividad y un enfoque descriptivo serán en este programa buenas herramientas para llegar a conclusiones, entendiendo causas y consecuencias.
Conduce: Gustavo Calvo. Con Leo Harari
Emisión: Martes y jueves de 15 a 16 hs.
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