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Es crucial abordar este problema por varias razones, especialmente debido al daño ecológico y al impacto negativo en el turismo que provoca la presencia de parlantes con propaganda callejera.
Uno de los aspectos que más me preocupa es la obligación de escuchar este tipo de propaganda, lo cual afecta nuestra libertad personal. En otras formas de publicidad, como la radio, la televisión u otros medios de comunicación, la persona tiene la opción de encender o apagar el dispositivo cuando así lo desea. Sin embargo, en el caso de los parlantes callejeros, no tenemos esa opción. Estamos obligados a escucharlos, lo queramos o no.
Esta situación no solo afecta nuestra comodidad, sino que también causa un daño ecológico significativo. Los altos volúmenes de propaganda callejera generan una contaminación sonora que interfiere con el equilibrio natural del entorno. Las aves, los animales y otros seres vivos que habitan en nuestras ciudades también se ven afectados por esta invasión sonora, lo que altera su comportamiento y bienestar.
Además, el turismo es un sector fundamental para nuestra economía, y la presencia de parlantes con propaganda callejera puede tener un impacto negativo en este ámbito. Muchos turistas buscan destinos tranquilos y armoniosos para relajarse y disfrutar de sus vacaciones. Si nuestras ciudades y balnearios se ven invadidas por ruidos constantes y estridentes, es probable que estos visitantes elijan otros destinos donde puedan disfrutar de un ambiente más tranquilo.
Otro aspecto que merece atención es la música escandalosa en los ómnibus. Cuando viajamos en transporte público, esperamos tener un viaje cómodo y relajante. Sin embargo, la música a un volumen elevado en los ómnibus contribuye a elevar el nivel de estrés de los pasajeros. Esto puede generar irritabilidad, incomodidad e incluso afectar el nivel de estrés de las personas.
Por todas estas razones, considero que es imprescindible que se implementen medidas legislativas y se establezcan mecanismos de fiscalización efectivos para controlar la contaminación acústica en Uruguay. Necesitamos normas que prohíban el uso de parlantes con propaganda callejera.
Además, se deberían implementar campañas de concientización para promover el respeto por el entorno y el bienestar de la comunidad.
En el caso de los ómnibus, es importante que las autoridades controlen el volumen de la música y establezcan pautas claras para los conductores y las empresas de transporte. La educación y la sensibilización sobre el impacto negativo del ruido en la salud y el bienestar de las personas también deberían ser parte de estas medidas.
Creo firmemente que abordar la contaminación acústica no solo beneficiará nuestra calidad de vida, sino que también ayudará a preservar el medio ambiente y a promover el turismo sostenible en Uruguay. Espero que podamos generar conciencia sobre este tema.
Gracias.
Saludos,
Miguel
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