Editorial

España y Cataluña: De choque de trenes a partida de ajedrez

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Por David Torrejón ///

Con la declaración que aprobará hoy el Parlamento catalán se materializa el choque de trenes que algunos anticipábamos hace tres años. Ya entonces se veía que las dos partes en conflicto estaban presas de sus planteamientos y sus cálculos electorales y que no había ningún interés en encontrar una solución negociada. Y sin negociación, sin una vía alternativa, las locomotoras seguirían avanzando en sentido contrario hasta encontrarse, que es lo que ha ocurrido hoy. El hecho de que fuera tan previsible no evita la sorpresa de todo el mundo al comprobar que una región de un país, sin un referendo, sin apenas debate y con una exigua mayoría de diputados y una minoría de votos, se apresure a tomar medidas unilaterales contra la legislación vigente.

Y más asombrados aún al saber que el frente independentista está formado por Convergencia, el partido de derechas que ha gobernado Cataluña desde el restablecimiento de la democracia, salvo una legislatura; más un partido de izquierdas que hace unos pocos años apenas contaba, Esquerra Republicana de Catalunya y, por último, la CUP, un partido anarquista, antieuropeísta y no identitario, es decir, un partido al que la cuestión simbólica e histórica de la independencia le importa entre poco y nada.

El choque ya está en marcha y quizás no sea ajeno a él que haya un proceso judicial abierto por corrupción masiva contra Convergencia que podría afectar a muchos de sus dirigentes y, entre ellos, singularmente a su líder Artur Mas, delfín político del ya encausado Jordi Pujol.

Sin embargo, la metáfora del choque de trenes ya no nos sirve. Ahora no se va a producir una gran explosión, sino que entraremos con toda probabilidad en una fase que podríamos denominar de partida de ajedrez. La alianza de independentistas va a seguir provocando al Gobierno español para que este tome medidas de gran calado, como podría ser la suspensión de la autonomía catalana o la disolución de su parlamento. Claramente es lo que desearían porque eso les permitiría sacar un millón o más de ciudadanos enfervorizados a la calle y así volverían a lanzar al mundo la imagen de un pueblo que se rebela contra el tirano Estado.

Dudo mucho que el Gobierno les dé esa oportunidad, así que tenemos por delante muchos meses en los que cada paso legal que dé el parlamento catalán será entorpecido, vetado o ilegalizado por el Gobierno y el Estado españoles. Pero los independentistas ya han anunciado que no acatarán las decisiones de la Justicia española y seguirán dando esos pasos.

En esta partida, cada una de los contrincantes tiene fichas diferentes. El Gobierno catalán, cuando se forme, porque aún no han sido capaces de ponerse de acuerdo, tiene en sus manos las competencias de Sanidad, Educación, Medio Ambiente y otras muchas, entre ellas el control de los importantes medios públicos, una radio y una televisión de gran audiencia. Pero el español tiene en sus manos la Hacienda Pública. Y la Justicia, que aunque independiente, vive también del dinero de la Administración Central. Por supuesto, las pensiones también dependen del Estado.

Con todo esto, llegaremos a una situación en la que las empresas, los ciudadanos y muchos funcionarios se verán obligados a elegir entre dos legitimidades, dos estados, el catalán y el español, cada uno con su capacidad coercitiva. ¿A quién tengo que pagar los impuestos?, se preguntarán. ¿Si pago a uno me multará el otro? ¿Quién va a pagar mi nómina? ¿Y mi pensión? Una coyuntura nada agradable que llevará con toda seguridad a una situación límite a la economía catalana: muchas empresas abandonarán Cataluña, habrá más paro, menos servicios sociales y, con todo ello, se provocará también un grave perjuicio a la economía española y a sus ciudadanos. Las guerras las pierden siempre los mismos.

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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, lunes 9.11.2015, hora 08.05

Sobre el autor
David Torrejón es periodista, publicitario, escritor y colaborador habitual de EnPerspectiva.net como autor del blog Pregoneros digitales.